Sorprende el blanco caserío de este pueblo
situado a 861 metros de altura en la falda norte de
Sierra Nevada, pero especialmente su paisaje de
contrastes, donde se contrapone el llano del valle
del río Nacimiento, eje natural de comunicación
entre la costa y el interior peninsular, con las
cercanas cumbres de Sierra Nevada, con su manto blanco
dominando en invierno la
trama urbana.
También se contrapone elgris pizarroso del lecho de las ramblas o la piedra de las montañas, con el verdor de la vega o el frondoso olivar, la sequedad del monte bajo con la masa forestal, dando lugar a una curiosa y sugerente variante tonal que va desde el verde
al blanco nevado de la montaña.
En este escenario se desarrolla una población
milenaria que se remonta a la cultura de Los
Millares, tal como se aprecia en la necrópolis de
Los Milanes, un conjunto de tumbas circulares
colectivas de la Edad del Cobre, y posteriormente
con cistas funerarias argáricas.
Pero la consolidación vendrá con la ciudad
bastetana de Abula, mencionada en la Geografía
de Ptolomeo, y Alba, convertida en municipio
romano, que aparece en el Itinerario de Antonino
como lugar de descanso de viajeros en la vía
de Cástulo (Linares) a Málaga a través de Acci
(Guadix), Urci (Almería) o
Abdera (Adra). De este rico
pasado perduran el magnífico
mausoleo funerario, diversas
lápidas encontradas,
especialmente el llamado
pedestal de Avitiano, o la
elección de los patronos del
municipio, San Apolo, San
Isacio y San Crotato, tres
mártires romanos, festejados
el 19 de abril.
De la civilización hispano-musulmana tenemos
abundan-tes referencias documentales y
literarias, pero el único resto material destacable
es la fortaleza, situada en lo alto de la ladera
donde se sitúa el pueblo. Estaba levantada
estratégicamente para controlar esta vía de
comunicación al interior y en relación visual con
el Castillejo de Abrucena o la Alcazaba de Fiñana.
Hoy sólo queda el aljibe, abundantes restos de
cerámica árabe y la denominación toponímica
de la barriada de “los castillos”, a la espera de
una excavación arqueológica que recupere esta memoria perdida. Transitar el barrio alto
buscando el altozano evocará este intrincado
urbanismo medieval.
Tras la Reconquista será lugar de la villa de
realengo de Fiñana y vivirá la tragedia del
levantamiento morisco de 1568, la posterior
repoblación cristiana y la grave depresión
económica y demográfica del siglo XVII, aliviada
por la recuperación del XVIII gracias a la
expansión agrícola. Papel destacado tendrán en
este periodo la familia morisca colaboracionista
de los Bazán, regidores del concejo local durante
generaciones.
La población dependerá administrativamente de Fiñana hasta 1740. El actual municipio nace en 1834, tras la segregación de Las Tres Villas (Escúllar, Ocaña y Da María). El término municipal cuenta, además del espacio urbano, con núcleos diseminados como Los Milanes, Las Juntas o Las Adelfas, y diversas cortijadas ubicadas en las márgenes del río propicias para la agricultura y de arquitectura tradicional todavía conservada.
La población se ha estabilizado recientemente en torno a los 1500 habitantes gracias a la mejora de las comunicaciones con la autovía A-92 y el acercamiento a la capital, además de un incremento del turismo y las estancias de fines de semana. Con ello se ha acabado la sangría demográfica anterior.
Dentro del calendario festivo destacan la “merendica”, coincidiendo con las comuniones, o la fiesta del verano, en realidad un encuentro, para aprovechar el retorno de los antiguos emigrantes. Dando calor al invierno, se celebran el Baile de Ánimas el día 1 de enero y quince días más tarde las “lumbres” u hogueras, con tradicionales festejos en los barrios.
La población dependerá administrativamente de Fiñana hasta 1740. El actual municipio nace en 1834, tras la segregación de Las Tres Villas (Escúllar, Ocaña y Da María). El término municipal cuenta, además del espacio urbano, con núcleos diseminados como Los Milanes, Las Juntas o Las Adelfas, y diversas cortijadas ubicadas en las márgenes del río propicias para la agricultura y de arquitectura tradicional todavía conservada.
La población se ha estabilizado recientemente en torno a los 1500 habitantes gracias a la mejora de las comunicaciones con la autovía A-92 y el acercamiento a la capital, además de un incremento del turismo y las estancias de fines de semana. Con ello se ha acabado la sangría demográfica anterior.
Dentro del calendario festivo destacan la “merendica”, coincidiendo con las comuniones, o la fiesta del verano, en realidad un encuentro, para aprovechar el retorno de los antiguos emigrantes. Dando calor al invierno, se celebran el Baile de Ánimas el día 1 de enero y quince días más tarde las “lumbres” u hogueras, con tradicionales festejos en los barrios.